LISSETH LOPEZ

  • Licenciada en Comunicación por la Universidad de la Vera-Cruz (UVC).
  • Diplomada en Natación Formativa por Natatio Argentina.
  • Diplomada en Estrategias de Comunicación para Contenidos Digitales.
  • Docente de Lengua Extranjera
  • Nadadora Máster y Mamá.
  • Reina de Feria Nacional de la Candelaria 2007.

GASLIGHTING: No sólo pasa en las películas

En 1938, el escritor y dramaturgo Patrick Hamilton escribió una obra de teatro con el nombre de “Gas Light”, que luego fue adaptada a guion cinematográfico y lograda en largometrajes por A.R. Rawlison y Bridget Boland en 1940, y nuevamente en 1944 bajo el nombre “Gaslight” por John Van Fruten, Walter Reisch y John L. Balderston, en la que destacó la actuación de la bien galardonada actriz sueca Ingrid Bergman, pero lo que nos trae a este artículo es que el filme revolucionó el uso de un nuevo término para describir cierta problemática dentro de las relaciones de pareja.

El argumento de la película aborda temas de abuso psicológico (quizás sin la intención plena y concienzuda) donde un hombre intenta convencer a su mujer de que padece demencia o algún tipo de malestar mental y cambia objetos de lugar, manipula las situaciones y consecuentemente le dice que padece de lagunas mentales cuando ella manifiesta algo con respecto a ello. El objetivo es colocarla en una institución mental y quedarse con la herencia de la esposa.

El término “Gas light” proviene del inglés que significa “luz de gas” y se refiere a la lámpara mechero que funcionaba mediante el uso de mezclas especiales (propano o butano), y que se utilizaban para iluminar los alrededores una vez que padecían de la falta de luz del sol. En la película aparece dicho instrumento, mientras el esposo de la mujer lo usa para buscar el supuesto tesoro dentro del desván.

Como sabemos, la cinematografía tiene la preciosa y minuciosa peculiaridad de utilizar objetos, inserts, características del personaje entre otras cosas para darnos pistas de la trama en ocasiones, y este es un ejemplo. Y tiene muchísimo que ofrecer filosóficamente si se piensa y se debate sobre el significado de la herencia, del mechero, entre otros recursos en el filme, pero volvamos al tema.

El término “gaslighting” entonces, se comenzó a utilizar de manera coloquial y con mayor frecuencia desde la década de los 70’s para expresar este tipo de manipulación y dar una representación verbal y gramatical a la acción de afectar la percepción del mundo y de sí mismo de una persona a partir de la constante mentira, la omisión, el desvío de información, el cambio de versiones sobre una misma situación, etcétera. Es entonces una forma sutil de repercutir gravemente en la seguridad y entereza mental de alguien. “Gaslighting” es un término prácticamente reciente, que ha tardado en expandirse hacia otros países y continentes del de su origen pero que, con la ayuda de las redes sociales y el internet, llega y comunica su significado a personas que no sabían que lo necesitaban. Reconocemos pues, que no es un vocablo que se sacó de la manga algún joven de la generación Z, que no se debe ridiculizar y que además es un término que aunque es todavía utilizado de forma popular también es ya reconocido y manejado dentro del argot de la psicología por muchos especialistas.

PERO, ¿CÓMO SE SIENTE O SE VIVE EL GASLIGHTING?

Puede darse con acciones manipulativas como las del ejemplo de la película: mover objetos tangibles o no, en el entorno de la víctima. También y de forma más cotidiana, es la manera verbal. Algunos ejemplos a continuación:

“Me lastimó mucho lo que me dijiste”, a lo que el abusador responde “Yo no dije eso. Te lo imaginaste”

En este caso se planta una especie de semilla de la duda, y comienzas a cuestionar de forma excesiva si realmente sucedió o si acaso trasladaste alguna vivencia pasada a lo actual (sobre todo cuando ya es muy repetitivo el hecho)

“Dijiste que soy un fracasado ¿De verdad piensas eso?”, posibles respuestas: “Eso era sólo una broma”, “Es difícil estar con alguien tan sensible”, “Tienes delirios”, “Deberías buscar ayuda profesional, te imaginas cosas”, “Exageras todo”, sólo por dar algunos ejemplos.

En esta ocasión parece que disminuyen y aminorizan la importancia de tu sentir, te hacen dudar realmente de tu nivel de tolerancia hacia las bromas o los comentarios, y de tu salud mental, es como si te dijeran que eres inseguro por preguntarlo. Y entonces tu autoestima se ve gradualmente afectada.

Otro caso es cuando, por ejemplo, usan tus redes sociales y eliminan amistades sin tu consentimiento, borran mensajes de tu celular, o fotos, contactos, y cuando preguntas si lo hizo, te responden algo como “Para nada. A mí no me importan tus asuntos”, “¿Por qué haría eso? Estás muy mal”

No hay una respuesta clara, pero si una insinuación de que quien está equivocado o incluso enfermo, eres tú.

HABLEMOS DE REPERCUSIONES.

Entre los graves efectos que presentan pacientes que han sufrido este tipo de abuso, se reportan lo siguientes:

Dudas sobre la capacidad de recordar bien, dudas sobre el propio raciocinio, dudas relacionadas con la propia salud mental, disminución del nivel de autoestima, pensamiento rumiante, codependencia.

¿QUÉ HACER SI DETECTO QUE SOY VÍCTIMA DE GASLIGHTING?

Una de las cosas más importantes es entender que es imposible hacer entender a la otra persona que está haciendo daño, así que no trates de convencerlo ni de buscar su aprobación. No olvides aclarar siempre que no estás mal, y para eso puedes ser disonante ante lo que te dicen con frases como “Escucho lo que me dices, pero no estoy de acuerdo”, “Entiendo tus palabras, pero mi realidad es distinta a la tuya”, “Estoy en desacuerdo”. Estos argumentos son recomendables en situaciones donde se vive situación de Gaslighting, ya que en discusiones con argumentos sólidos se puede ver afectada la posible solución al problema.

Otra cosa que debes hacer es perder el temor y llamar a quien te hace esto como lo que es: abusador. Confía en tu intuición, busca ayuda profesional para que puedan aclarar tus dudas, apoyarte si efectivamente eres víctima, y entonces comenzar el tratamiento adecuado para tu caso sea la etapa en la que te encuentres.

El abuso sucede de muchas maneras. Ésta es sólo una. Nadie tiene por qué permitir ninguna clase de faltas de respeto. Sé valiente y toma el timón de tu propio barco. Busca ayuda, o pasa el dato a quien creas que le puede ser útil la información.

Referencias:

Natalia Gurdian, Psicóloga Clínica y Especialista en Terapia de Pareja.

Adkins, K.C. (2019). Gaslighting by crowd. Social Philosophy Today.

Rey-Anacona, C.A. (2009). Maltrato De Tipo Físico, Psicológico, Emocional, Sexual Y Económico En El Noviazgo: Un Estudio Exploratorio. Acta Colombiana de Psicología 12.

Spear, A.D. (2019). Epistemic dimensions of gaslighting: peer-disagreement, self-trust, and epistemic injustice. Inquiry: An Interdisciplinary Journal of Philosophy.

Te mereces

Seré breve:


Sí te mereces citas románticas, y el cotejo tradicional de las primeras citas, que nada tienen que ver con un aspecto machista ni del conservadurismo. Te mereces que te llame emocionado y nervioso, enamorado y curioso, y que espere lo mismo de ti. Deja de aceptar la falta de compromiso disfrazada de cosas como “salir a ver qué pasa”. No aceptes un quizás por propuesta o respuesta, porque si está seguro de lo que vales estará seguro de lo que quiere contigo. Deja de abaratar tu existencia a las necesidades fisiológicas de alguien. No estás mal por esperar que las cosas sean claras, que tengan un sentido y un rumbo. 

Si alguien no entiende que tú no eres un pasatiempo, entonces aléjate y resguarda tus ideales, tus necesidades y tus convicciones, porque tarde o temprano podrías encontrarte con alguien que sí merezca de ti. Y por último, entiende que lo que das es lo que mereces recibir. Por eso observa, y decide por ti.

Paradas hacia el destino.

Continuaba mi viaje con una nueva ruta.

Recuerdo claramente que me dije a mi mismo que no me iba a perder de nuevo.
Tracé el camino, tomé las medidas que creí necesarias, reforcé cada pensamiento y lo convertí en convicción. Sabía que habrían posibles paradas. En mi equipaje había conservado únicamente las cosas que me hacían bien, lo que era útil para la vida. Las experiencias, buenas y malas me habían forjado para encaminarme finalmente hacia el lugar donde quería estar como persona. Lo logré. Logré una nueva y mejorada versión de mí mismo. Todos los esfuerzos habían valido las penas y las alegrías. Ya no me siento cansado, ya no caigo como ave de presa, me siento renovado, me he superado, y estoy preparado. Volteo a mí alrededor. Los meses, años de crecimiento empiezan finalmente a florecer y vivo los frutos de todo eso.

 

Pasa un tiempo, pasa gente, hago paradas como lo había supuesto.

 

De repente llega un día en lo que algo me alerta, algo que viene desde el centro de mi pecho. Me veo en el espejo y es que bailo más de lo normal, salto en la mañana cuando el sol me despierta, sonrío al aire, cualquier espacio es testigo. En mi estado natural soy así, pero ahora es demasiado, y caigo en cuenta: Me han cazado. No supe en qué momento pasó. Me pregunto si he cedido demasiado pero no deseo realmente detenerme porque igual se siente bastante bien y he encontrado los argumentos convincentes para validar la situación en la que estoy. Lo juro que lo pensé, le di vuelta una y otra vez, y me recordé sobre permanecer atento y no bajar la guardia. “Es tan beautiful” como Gustavo lo habría dicho. Pero es que no creerían con cuánto encanto y práctica te seduce un impostor en una estación cualquiera, e inesperada (respiro profundamente).


Pasa el tiempo, pasan tantas cosas.

 

Este viaje tiene de todo, pero siento que va muy rápido a ratos, y que las colinas y pendientes resultan muy cansadas pero parece que sólo yo trabajo el doble. Gasto todas las fuerzas para aceptar por fin que ha sido un grave descuido el haber confiado en un quien fuera, y que nunca debí bajar demasiado la vara. No me malinterpreten, pero es que como ya lo dije, no todos trabajamos igual de duro ante las dificultades y ciertamente yo debí esperar a alguien con esas cualidades. Ya es tarde -¿tarde para qué?- pues este viaje sólo tiene ticket de ida, aunque con la libertad de cambiar de ruta: Replantear y re-planear.  (Aquí sucede el milagro, aunque es mucho más difícil e insufrible que ni lo intentaré describir en un par de líneas). Reitero que no esperaba esto al cambiar un poco mi ruta por un romance, que me encontraba en un lugar seguro, pero en mi defensa diré que Dios (o si prefieres alguna especie de energía, magia, selección natural…) sabía que yo aún necesitaba crecer, evolucionar y poder ser un humano más competente, por lo que fue una total gracia necesaria esa parada hacia mi destino. Bueno. Estoy desarmado, y cada vez me agrada menos la sensación de esto.


Pasa todo y pasa nada.

 

Las palabras se convirtieron en promesas, y regresaron de algún modo a sólo ser palabras. Lo sé, estoy conmigo y me comprendo pero es que no esperaba encontrarme así sin indumentaria, cara a cara ante realidades que algún día sólo fueron sospechas. Y es que modifiqué planes, modelé nuevos propósitos, y al final todo es simple pasado. Y aunque realmente lo sé, diré que “supongo” que eso está bien. Es cuestión de tiempo para que lo reconozca y termine de aceptarlo, para luego soltarlo por completo porque como dije, en este viaje no hay vuelta atrás. Estaré mejor y sé que esto seguramente me va a romper, pero también sé que cada pedazo mío está a punto de constituir una mejor versión de mí mismo. Dejaré las partes que ya no me sirven en este lugar del que me estoy apartando y que ciertamente no me acerca para nada al lugar al que siempre aspiré, y heroicamente me sentiré agradecido con todo y con esa nada que simple y sabiamente no fue. Confío en que sabré utilizar mis nuevos recursos porque ya lo he hecho antes.

 

Experiencia.


De forma increíble he encontrado que lo único que puedo darle al tiempo es una digna batalla, y quiero compartirte que aunque es invencible es increíblemente generoso con sus aliados. Y por fin me doy cuenta de que no fui aquella presa fácil pues al contrario, no lograron retenerme. No me quedé a desperdiciar años de mi ser-existir en eso que se había vuelto grotesco y carecí de voluntad propia para sacrificarme y servir como generador de dicha de un espacio vacío e insatisfecho. No me han podido quitar la libertad ni mucho menos mi ticket de vuelo. Agradezco. Y con total relajación ahora digo: “¿Qué más da?”


Bienvenido de vuelta y excelente viaje”, decreto.