ANDREA PÉREZ

  • ⁠Escritora enamorada de la justicia.
  • Licenciada en Psicología, enfocada a la educación media superior.
  • Mis hobbies incluyen leer, escribir cuentos, ver películas de terror y jugar con mis perros.

El bullying no nos detendrá

¿Sabían que el 2 de mayo es el día mundial contra el bullying?

La verdad yo recién me voy enterando, sin embargo, me parece una buena oportunidad para abordar el tema.

¿Qué podríamos considerar bullying? algunos autores consideran que son las agresiones físicas, verbales y emocionales entre pares, pero no se limita a eso, bullying podría considerarse incluso si es de un maestro a un alumno, de un alumno a un maestro, entre primos, entre hermanos, entonces ¿Cuál es el límite?

La frase “me hacen bullying” actualmente es demasiado usada y tan extensa que es difícil definirla y delimitarla, quizá no es necesario reducirla, sino afrontarla.

Es común molestarse entre sí para personas que conviven o se tienen mucha confianza, pero ¿Cuándo se cruza el límite? ¿Cuándo alguno se queja?

¿Qué pasa entonces con aquellos cuyo límite sobrepasa lo físico? ¿Se considera bullying hasta que alguno llora?

Mencionaba previamente que las personas consideran que a muchos “les falta maldad”, yo especificaba que más bien les falta “humanidad” sigo en la misma línea.

Desconozco si a la mayoría, pero al menos en mi caso, me llegaron a decir que si dejaba que me molestaran o me pegaran, en mi casa me iban a pegar el doble por dejada, eso claramente no me evitó ser molestada, al contrario, me acorraló en un mar de soledad entre me molestan en la escuela y no puedo hablar en casa.

Podría no parecer la gran cosa “pero creciste bien” me han dicho, pero es difícil evitar pensar el qué habría pasado de haber tenido apoyo.

Actualmente están de moda los multiversos, me pregunto si en otro universo hay una versión de mi que fue cambiada de escuela, o alguna a la que la directora defendió, incluso alguna que realmente pudo resolverlo con diálogo en lugar de terminar de cabeza en la basura, es un consuelo vacío.

Retomando la actualidad, la falta de respeto es algo del día a día, al trabajar en escuelas, estoy en contacto constante con el mundo actual de los jóvenes, recuerdo haber estado en secundaria y solo llamar “wey” a mi mejor amiga, ahora, desconozco el nombre de muchos alumnos porque todos son “wey”, los he escuchado insultarse, a sus mamás, a sus hermanas y por supuesto, los insultos machistas son un tema que abordaremos más adelante, pero el punto aquí es ¿Aún existe el respeto?

No lo creo, actualmente molestarse es la norma y la tranquilidad y amabilidad lo extraño, lo ajeno y despreciado. Igualmente podría no ser solo un problema actual, el bullying, las burlas y las humillaciones han existido desde que existe el ser humano, solo que ahora lo etiquetamos y cuál filósofos griegos hundidos en pobreza, solo meditamos al respecto.

Antes hablaba de la cultura de la agresión “entre más perras mejor”, entonces me pregunto ¿Qué tipo de jauría somos? en todos los ámbitos es fácil por no decir obligatorio, encontrar a personas pesadas, que se imponen mediante la agresividad pasiva o la agresividad totalmente agresiva.

¿A dónde nos llevará eso? Recién hablaba con un jóven y me decía que “la prepa es una jungla”, yo le contesté que la vida misma lo es, de cierto modo nos regimos por la ley del más fuerte, sea económica, física o socialmente.

Al hablar con este joven, me dijo que admitía nunca haber peleado, aún así sus compañeros le temían porque es más alto que el promedio, reconoció haber amenazado a uno o dos, llegamos a la conclusión de que era un caballero con armadura de aluminio.

Puede que los demás nunca descubran que este joven solo miente respecto a sus capacidades físicas, podríamos llevarnos una sorpresa y descubrir que de hecho tiene una habilidad natural para la pelea, pero ¿es necesario?

¿En qué momento involucionamos tanto como para necesitar ser fuertes para sobrevivir?

Quizá solo creímos haber evolucionado, después de todo, los gobiernos se siguen basando en el miedo, los fuertes dominan ante los débiles y tener más que otros es el único anhelo que rige a las personas.

Me recuerda a la película de “El hoyo”, especialmente con la frase “no hables con los de abajo, porque están abajo y no hables con los de arriba, porque no te escucharán porque tú estás abajo”, ¿Necesitará otra caída la sociedad?

¿O simplemente necesitamos conciencia social? Dejar de creer que el de abajo está peor y necesita ayuda y el de arriba no nos va a ayudar porque estamos abajo.

¿Cuándo podríamos considerar que estamos arriba? Probablemente solo me lo pregunto porque nunca he estado ahí, sería iluso esperar que todos estemos al mismo nivel, ya que siempre tendremos diferenciadores.

Pero me sigue pareciendo lógico esperar humanidad en las personas, aún si lleva demasiado tiempo conseguirla.

Depresión adolescente: el problema de tenerlo todo cuando no se tiene nada

Las cosas van cambiando con los años, desde la manera en que nos comunicamos, el cómo escuchamos música, cómo aprendemos, de dónde obtenemos información, hasta el cómo vivimos la adolescencia.

Llevo unos años trabajando en el sector escolar, escuelas de paga, públicas, de pueblos y de la ciudad y algo que invariablemente se mantiene, es la depresión adolescente.

Podrían pensar (porque también lo he hecho) que los adolescentes hoy día no tienen de qué preocuparse, tienen el conocimiento del mundo prácticamente en la mano, los padres en la actualidad tienen una preocupación genuina por el cuidado de la salud (en algunos casos) y las escuelas ya no son centros de disciplina y aprendizaje, se han vuelto lugares de apoyo para los alumnos, entonces ¿Qué podría preocuparles?

No reniego de mi edad, soy una Millenial en toda regla, con bajo salario, preocupación excesiva por el futuro y expectativas de vida que lucho por cumplir, sin embargo, reconozco que las nuevas generaciones, entiéndase por chicos de 14 a 19 años, están sufriendo algo parecido y a la vez diferente a lo que sufrimos generaciones anteriores.

La nueva generación tiene todo, padres que se esfuerzan por darles educación, condiciones de vida favorables, acceso a servicios de salud mental, acceso al deporte y a la recreación. Aún así, están solos.

Me gusta comparar esas vidas tan “perfectas” con el libro “Un mundo feliz”, tenemos adolescentes que parecieran tenerlo todo, porque tienen lo que generaciones anteriores carecimos, a la vez, tenemos nuevas generaciones que se identifican con todo y con nada, que pueden hacer mil cosas y ni una sola les llena, tenemos a jóvenes con “buena salud mental” que en realidad no tienen ni oportunidad de decir que se sienten mal porque “tienen todo para estar bien”.

Recientemente, hablaba con una señorita, me dijo que las clases la aburrían, estar con su novio era una felicidad momentánea, pero estaba consciente de que no durarán toda la vida, sus padres le ofrecen ir al psicólogo, pero puede ir y simplemente negar que algo esté pasando, entonces sus padres volverían tranquilos al trabajo y ella pasaría cada tarde, después de la escuela, durmiendo.

Posterior a la envidia inicial que sentí por tener una vida tan tranquila, me dí cuenta que vive como un hamster, no tiene motivaciones, no tiene ambiciones y solo sigue una línea de puntos trazada por una generación anterior, va a estudiar, porque piensa que tiene que hacerlo, va a conseguir un trabajo, porque piensa que tiene que hacerlo, seguirá mintiendo a su psicólogo, porque piensa que tiene que hacerlo, me pregunto entonces ¿En qué momento va a vivir realmente?

Mencionaba el libro de “Un mundo feliz” porque pareciera que parte de la nueva generación está llegando a eso, un mundo que no les preocupa realmente, porque no lo conocen, consumo de drogas para sentir algo momentáneo y emoción por explorar lo desconocido. Podría compararlo a los punks surgidos debido al hartazgo de la vida conservadora y pacífica, sin embargo, les falta motivación.

Tenemos a una generación pegada al celular, al grado de no hablar con su “crush” más que por mensaje, debido a que es más fácil enfrentar una realidad virtual que vivir la verdadera, ¿Qué pasará con nuestros jóvenes?

Honestamente, no tengo idea, viven una depresión digital, en la que sus vidas solo son imágenes, frases, música y bromas vacías que carecen de personalidad, porque es más fácil copiarla que desarrollarla, es más fácil odiar que desarrollar una pasión.

Tenemos a los jóvenes que tienen todo, pero no tienen nada, que podrían hacer todo, pero terminan sin hacer nada, simplemente viviendo el día a día como plantas, esperando ser regados y que el caprichoso destino los lleve a donde deberán estar.

No generalizo, claro, pero de 83 alumnos, al menos 46 he visto de esa manera, más de la mitad.

¿Quitarles el celular solucionaría el problema? Lo dudo, a lo mucho les causaría síndrome de abstinencia.

¿Darles charlas motivacionales? Para nada, sus oídos parecen pegados a los audífonos, así no les entusiasme la música que escuchan.

¿Plantear nuevas metas de vida? No tendrían sentido a menos que surjan de ellos mismos.

Nos enfrentamos a una generación que no necesita nada, nada más que realidad, escuchar a sus padres, a sus maestros, a alguien que genuinamente se interese en quiénes son y qué quieren, solo así podremos darles lo que realmente necesitan a la generación que parece tenerlo todo.

Hegemonía masculina y los problemas en la sociedad actual

Al estar vagando en redes sociales, llamó mi atención una constante en las publicaciones, chicos “en modo guerra” y chicas “más perras que bonitas”, en un inicio pensé que era de esas tendencias semanales o mensuales, como ponerse cosas raras en la cabeza, sin embargo, fue notorio el hecho de que esto lleva demasiado tiempo, la primer expresión no la había escuchado previamente, pero la segunda, la escuchaba desde que yo misma estaba estudiando.

Es difícil no verlo como un problema social, porque si bien, son frases que pueden “ayudar” a darle seguridad a todo tipo de jóvenes, no es más que fomentar una cultura de agresividad y menosprecio, podría verse desde la perspectiva de género, como una perpetuación de la hegemonía masculina, que en cristiano, se refiere a lo que se espera de hombres, mujeres y su interacción entre ellos y con su congéneres, ahora con términos y etiquetas cada vez más complejos y con un uso cotidiano del inglés.

Recién me aparecieron publicaciones explicando a las “pick me girls” y a los “simp” sin embargo, a mi quizá pobre entendimiento del mundo actual, no son ni más ni menos que chicos y chicas que siguen perpetuando estereotipos, chicas que quieren ser diferentes porque ser parte de un grupo es malo y chicos que quieren demostrar ser “el único que vale la pena”, refiriendo finalmente a lo mismo.

Es curioso que estas acciones, orientadas a mostrarse como alguien único, o de “mayor valor que otros” sea nada más y menos que la necesidad humana de querer ser especial, como menciona Alba Ferreté (2022), ya que hay muchos motivos para tener esta necesidad, principalmente en las nuevas generaciones que se rigen por las redes sociales y cuyo único medio para obtener estímulo es ser conocido y reconocido.

Volviendo a la idea original, es hasta risible, el hecho de que las nuevas generaciones sigan perpetuando las diferencias de género que se marcaron desde hace décadas, mostrando a hombres que exigen tener parejas menos superficiales, pero buscan parejas que cumplan con sus expectativas superficiales, a su vez, perpetuando la idea de que ellos “deben conquistar” y cuando no lo logran, son “soldados caídos”.

Deseando que todo esto solo sean bromas, pero encontrando que son tristemente la realidad de muchos, se siguen perpetuando roles establecidos y planteados en categorías (Bonino, L. (2002). Masculinidad hegemónica e identidad masculina. Dossiers Feministes. 6, 8-35.) que resaltan la rudeza, dureza y el dominio como características deseables en un hombre, a pesar de ser precisamente estas características las que vuelven difícil establecer relaciones con personas del género opuesto y entre miembros del mismo.

Podríamos hablar de hegemonía masculina como un problema social por horas, planteando los peligros que supone para mantener relaciones sanas, los problemas emocionales que genera en los hombres, al verse obligados a cumplir con el rol impuesto o incluso los problemas que enfrentan quienes no cumplen con estas características, ya sea porque pertenecen al colectivo LGBT, muestran características establecidas como “femeninas” o simplemente son seres individuales con gustos e intereses variados, pero que desde esta perspectiva son vistos como “los otros”, sin embargo, más allá de buscar criticar a un género, es una crítica a la perspectiva actual del mundo: “Sé cruel, sé fuerte, aplasta y no te dejes aplastar”.

Para muchos podría sonar exagerado, sin embargo, basta con dar una vuelta a las tendencias musicales, a creadores de contenido y a publicaciones variadas (en formato vídeo o memes) para notar esto.

Es tendencia en redes sociales como Tiktok, exhibir a ex parejas, ex amigos y cualquier tipo de ex, narrando historias en las que el protagonista una de dos, fue víctima de una persona sin escrúpulos que abusó de ella y por ello merece el odio de los seguidores o “realizó una venganza”, normalmente demasiado planeada para exponer o humillar al otro, recibiendo apoyo por parte de los seguidos porque “se lo merecía”.

No hablo desde una moralidad superior, porque definitivamente no la poseo, me encanta el chisme y por ello es que hablo de este tipo de cosas, sin embargo, me mantengo en mi postura de pensar que actualmente hace falta más bondad.

Hace falta aclarar que con bondad, no me refiero a dejarse hacer de todos y aceptar lo malo de todo el mundo, me refiero a fomentar una cultura real de apoyo y tolerancia, actualmente, muchas personas ya no necesitan entrar a un clóset, pueden hablar de cualquier tipo de preferencias que tengan, ahora, esperemos se tenga una tolerancia y apertura para aceptar preferencias no sólo en lo sexo-afectivo, sino en lo individual-social, alejarse de la idea de aplastar o ser aplastado y generar una cultura de apoyo.

Sigue siendo una utopía, que no se refiere a que todos sean felices, sino, a dejar de ser tan crueles entre todos, es difícil y quizá suene imposible, sin embargo, veo en las futuras generaciones, no solo la facilidad para perpetuar estereotipos y roles de género impuestos desde la época de sus tatarabuelos, sino también, a una generación, que con conocimiento y apoyo, podrá poco a poco combatir la hegemonía masculina, que dificulta cada vez más, ser hombre o mujer, en una sociedad machista como la mexicana y la de culturas que se expanden cada vez más por el mundo (japonesa, coreana, americana, etc.).

Cierro este espacio y la breve reflexion, invitando a todos a salir “del modo guerra” y entrar en un modo de supervivencia, en el que acepten situaciones vivida como aprendizaje de lo que deben o no deben hacer, para superarse como personas, por sí mismos y no por demostrar algo a otros y a dejar de ser “más perras que bonitas” y comenzar a ser más humanas y preparadas, aceptar errores, buscar la igualdad en lugar de la superioridad entre pares y crear espacios seguros para quien los requiera, sea hombre, mujer, no binario o simplemente, humano, sin caer en categorías, etiquetas y buscando dar voz a todo el que requiera hablar.

Todos queremos ser escuchados, solo falta quien nos quiera oír.

Sobrecualificado y descalificado

Como alguien que empezó a trabajar alrededor del 2019, nunca pensé hablar de esto tan rápido, siempre había creído que este tipo de problemas pertenecía a mujeres y hombres de alrededor de 40 años, con dos o tres maestrías y al menos unos 15 años de experiencia, esto quizá solo tiene sentido leyendo el título, así que permítanme explicar a qué me refiero.

La sobrecualificación es descrita de acuerdo a la RAE como “una persona cuyo conocimiento o experiencia excede los requeridos para un puesto o trabajo”, con esto en mente, se refuerza la idea que tenía sobre a qué tipo de personas se referían, sin embargo, no todo es lo que parece.

Puedo imaginar a personas de mi generación negando esto, diciendo que en realidad hay buenas oportunidades actualmente, la mayoría de ellos están cumpliendo 3, 4 o incluso 5 años en su trabajo, empezaron con puestos bajos y han ido subiendo o incluso fueron colocados en puestos altos por tener “conectes”, ahora pregunto ¿Cuántos realmente han tenido que buscar trabajo últimamente?

No me dejarán mentir, quienes han buscado desde hace un año y en la actualidad, se han y nos hemos enfrentado al comentario de “Me gusta mucho tu perfil, pero considero que para este puesto estás sobrecualificado” o caso contrario “Tienes mucha experiencia, pero queremos a alguien con más estudios” incluso “Tu nivel de estudios nos impresiona, pero necesitamos a alguien con experiencia real”.

He visto a maestrantes aceptar trabajos como prefectos en escuelas, ganando a lo sumo 7000 pesos mexicanos, que en dólares serían 419 al mes, lo convertiría a más tipos de moneda, pero con esto se pueden dar una idea. Por otro lado, he visto personas con secundaria, ganando los mismos 7000 o hasta 2000 pesos más, muchos dirán “Depende del trabajo” o “Es porque no saben buscar”, sin embargo, ha sido una constante que he observado.

Las generaciones anteriores se ponen un poco más rudas, he escuchado comentarios de boomers y de la generación X, acerca de que los millennials y la generación Z queremos todo regalado, que no sabemos esforzarnos y saliendo de la carrera queremos ganar millones, pero lograr un puesto alto, conlleva esfuerzo, aceptar iniciar desde abajo y decirle que si a todo.

Les pregunto ¿Es cierto que debemos aceptar y decir que si a todo? Mi primer trabajo, en el 2019 era un turno de 10 horas, tenía media hora de comida y ganaba 1000 pesos mexicanos a la semana, es decir 4000 al mes, podría decir que estaba bien, porque con ello adquirí experiencia, se atravesó la pandemia y comencé a trabajar desde casa, entonces no gastaba en pasajes y hay personas que sobreviven ganando esos mismos 4000, claro con uno, dos o hasta 3 trabajos extra, desconozco de dónde obtienen tantas horas al día, pero sé de buena fuente que muchos casi no duermen.

En ese entonces, en cada oferta de trabajo veía que solicitaban mínimo titulo y cedula, mínimo uno o dos años de experiencia, mínimo inglés básico y mínimo, conocimiento básico de excel, hasta aquí todo me parecía lógico, en la mayoría me rechazaban por falta de experiencia, por estar en proceso de obtener el título o ambos, comparándolo con la actualidad, el requerimiento cambió, ahora piden pasantes, en muchos casos incluso estudiantes de los últimos semestres, ahora ofrecen de 3000 a 4000 o “Apoyo para comidas y transporte” o sea, piden mano de obra barata, pero con conocimiento de licenciatura.

Para trabajos que son completamente honrados, pero requieren más conocimiento práctico que teórico piden justamente eso, experiencia, porque con ella han adquirido las habilidades necesarias para llevarlo a cabo, entonces el mundo laboral parece dividirse en dos:

Por un lado, los licenciados que tienen que iniciar con sueldos bajísimos, trabajos de medio tiempo o aceptando condiciones menos que deplorables. Y por el otro, los trabajadores que iniciaron en el mundo laboral muy jóvenes, por diferentes factores claro, pero que cuentan únicamente con certificado de secundaria y/o preparatoria, han adquirido mayor experiencia, llevan más tiempo trabajando y pueden aspirar a mejores puestos, pero únicamente en el sector en el que adquirieron la experiencia.

Parece equilibrado, sin embargo, sigue siendo irreal, podrían pensar que me estoy contradiciendo, pero les hago la invitación a ver en las diferentes plataformas de empleo y encontrarán que en cada uno,  se está sobrecualificado a pesar de llevar poco tiempo trabajando, o puedes ser de inmediato descalificado como postulante, porque tu grado de estudios es muy bajo, muy alto, la carrera tiene demasiados egresados, es desconocida, la escuela tiene renombre, entonces deberías buscar algo mejor o es completamente desconocida, entonces probablemente sea falsa.

Parece ser entonces que si tienes carrera, debes buscar algo bueno, pero no demasiado, si tienes experiencia, debes adquirir más, pero no te van a aceptar en puestos “bajos” porque ya tienes experiencia, ni en puestos “altos” porque te falta experiencia, soñar con trabajos cuyo pago roce los 20000 es ahora impensable, a menos que tengas conocidos, claro, pero a la antigua, a la manera que lo hicieron los boomers, ya no es posible.

¿Qué queda por hacer ahora? Con pensamiento pesimista, diría que nada, aguantar trabajos donde “se nos ha aceptado”, a pesar de que se sobreexplota a los trabajadores hasta que uno de los dos se canse del otro, probablemente primero el trabajador o, con pensamiento positivo, esperar mejores oportunidades y exigir un salario digno acorde a tu nivel educativo y experiencia, así tardes más tiempo, pero ¿Quién se preocupa por los gastos? Solo el que los tiene.

Finalmente con un pensamiento realista y ligeramente negativo, trabajar duro, aceptar trabajos solo si te es funcional acorde a lo que quieres, obtener la mayor experiencia posible, conocer gente, ahorrar lo más que se pueda, desde el kinder de preferencia y emprender, tener siempre un sustento extra que te ayude con los gastos que implica hacerse un espacio en el mundo laboral.

Ningún trabajo es más o menos valioso, ¿Por qué entonces nos valúan conforme al salario que ganamos y el tipo de trabajo que realizamos?

Cerrando con esta pregunta, añado, el sector educativo y de salud, merecen una mayor paga, salvan vidas y dan oportunidad a los próximos adultos de tener mejores condiciones, espero pronto nos armemos de valor para exigir con fuerza lo que los trabajadores en México y en muchos países, merecen, un salario digno, que las empresas dejen de buscar cómo evadir otorgar prestaciones de ley y más adelante hablaremos del nepotismo, problema que también atañe a todo trabajador.

Sin más, les deseo éxito y estabilidad laboral.