JUAN PABLO CUARTAS

  • Finalizando mis estudios en Comunicación Social – Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana de la ciudad de Medellín, Colombia.
  • Soy locutor en un programa de radio en la emisora: RadioBolivariana. Me apasiona la radio, el podcasting y crear contenidos audiovisuales.
  • Soy un apasionado por la música, toco varios instrumentos como guitarra, bajo, batería y teclados, además de que puedo vanagloriarme de mi habilidad para la composición. Si me preguntaran cual es mi mayor pasión, sin dudas diría la música. Soy un fanático de The Beatles.
  • Me apasiona la historia, saber de donde vinimos y hacia donde vamos, por ende, me fascina escuchar todo lo que las personas tienen para contar.
  • Soy bastante geek. Amo el cine, las series y los cómics. Soy un apasionado por Star Wars, Harry Potter y, mis superhéroes favoritos son The Flash y Spiderman.

Latinoamérica es un Pueblo al Sur de Estados Unidos

La voz de los 80 fue el primer disco de la banda chilena Los Prisioneros, en ella, se encuentra una canción titulada “Latinoamérica es un Pueblo al Sur de Estados Unidos”, que refleja satíricamente lo que es Latinoamérica y cómo nos ve el resto del mundo. El problema radica en que esa misma visión la hemos adaptado nosotros a nuestra visión del lugar en el cual vivimos.

En la actualidad, estamos comenzando a crear una “identidad latina”. Pero, yo pregunto, ¿hay una “identidad latina” en realidad?

Yo quiero que usted, querido lector, me diga que tienen en común un portugués con un español, o un francés con un alemán, o pongamosla así, un inglés con un escocés… todos son diferentes y, a pesar de existir la Unión Europea, que hace que todos los países pertenecientes compartan moneda, facilidad para moverse en sus territorios, entre otros; no existe una identidad cultural europea.

El territorio europeo mide 10,53 millones de kilómetros cuadrados, mientras que el territorio Latinoamericano, es decir, desde Tijuana en México, hasta Ushuaia en Argentina, es de 19,2 millones de kilómetros cuadrados. Casi el doble del tamaño que Europa. Sabiendo esto quiero que retomen la pregunta y la contesten.

Si bien es cierto que compartimos idioma y ciertos aspectos culturales, incluso con Brasil, que hablan un idioma diferente al nuestro; culturalmente hablando no se puede poner en una misma bolsa a todos los que nacimos en América Latina.

Pero volvamos al principio. Los que nacimos en los 90 y crecimos en los 2000 crecimos viendo a Estados Unidos como el país ideal, nos vendían por cielo y tierra el sueño americano. Pero ojo, que esto no es una crítica al Tío Sam, a mí me fascina Estados Unidos, de hecho, una de mis ciudades favoritas es Nueva York; pero no podemos tapar el sol con un dedo. La tv de finales de los 90, principios de los 2000, latinoamérica era México o Argentina. Poco a poco el resto de países comenzamos a aparecer y tener protagonismo, gracias a la globalización, pero no nos adelantemos.

Vamonos atrás, pero no al principio, no a lo que todos sabemos: España, independencia, Bolívar, Agustín de Iturbe, San Martín, O’Higgins, Artigas y la historia de cómo nos liberamos del yugo español. Vamos al final de la segunda guerra, el inicio del concepto de globalización comenzaba a esbozar, y apareció un hombre, Nicholas Spykman, un profesor estadounidense de origen neerlandés y es conocido como el padre de la geopolítica moderna.

Básicamente, en uno de sus planteos dividió el continente americano en seis zonas:

  • Zona amortiguadora del norte: Canadá
  • Zona continental principal: USA y México
  • Zona mediterránea: Centroamérica y el caribe
  • Zona amortiguadora del sur: Ríos y selvas
  • Zona continental atlántica sur: Brasil y Argentina
  • Zona continental pacífica sur: Chile, Perú y Ecuador.

Pero tranquilos, no los voy a cansar con más clases de geopolítica. Pero necesito que lo anterior quede claro para que entiendan el problema que les voy a contar.

Yo soy de Colombia,el país que divide Suramérica de Centroamérica. Según la división americana de Spykman, Colombia está ubicada en la zona amortiguadora sur, lastimosamente para él, hay un pero en este asunto. Colombia tiene una basta región caribeña que pertenece al atlántico, ríos y selvas y, además de esto, una gran costa pacífica. Entonces ¿a qué zona realmente pertenece Colombia?

Les voy a contar algo. Yo nací en medio de las montañas andinas, en la ciudad de Medellín y, puedo decirles, que culturalmente, soy muy diferente a los que nacieron en la zona caribe. “¡Ah, pero eso pasa en todos los países, entre los que nacieron en la montaña, el mar o el llano!” Bueno, también te puedo asegurar que culturalmente, la diferencia entre un colombiano que nació en el pacífico y uno que nació en el atlántico es abismal. Y esto, solo en el territorio colombiano.

Entonces, ¿cómo pueden poner en una misma bolsa a todos los latinos?

Podrá ser redundante con tanta ‘preguntadera’, pero es que es increíble lo que ocurre con América Latina.

Todos nuestros países se desarrollaron con una mezcla cultural de nativos americanos, africanos que trajeron como esclavos y españoles… Todo esto tuvo una mezcla de la cual salieron los criollos, formando culturas únicas, mezclando gastronomías, dialectos, culturas enteras. Y eso que no estamos contando las migraciones a principio del siglo XX a Uruguay, Argentina y Brasil.

Somos un lugar único en el planeta tierra, tenemos recursos y excelentes tierras para habitar. Sin embargo, esto ha causado un interés enorme en las grandes potencias históricamente, por tal motivo es que hemos sido colonizados por, como se dice popularmente, “Reimundo y todo el mundo”. Pero pasa que nuestro gran vecino del norte, está conectado con nosotros y, nadie más que ellos sabe lo valioso e importante que es el territorio latino.

Es por este motivo que, no tan implícitamente, han intentado tener el control del mismo; somos algo así como su patio trasero… Por tal motivo, luego de la Segunda Guerra y, los motivos que esto acarreó para que la geopolítica mundial se dividiera en dos bloques, ellos se aseguraron siempre, siempre estemos de su lado. Aunque, nuestros queridos camaradas del oriente, tampoco se quedaron atrás. Ellos también saben que América Latina es, literalmente, una mina de oro.

En base a esto, siempre podremos decir que Latinoamérica es “pobre y tercermundista” por culpa de factores externos, pero también debemos mirar hacia los factores internos y reflexionar sobre lo que se hace bien y lo que se hace mal. En mi opinión personal y humilde, América Latina debería dejar de escoger un bando y crear su propio bando. Somos un territorio único en el mundo, somos un territorio que si tiene piernas y no camina, corre. Solo debemos sacarnos un poco esa mirada de que somos un pueblo al sur de Estados Unidos, dejar de jalar la cuerda para la izquierda o la derecha y empezar a mirar hacia el frente y, por qué no, comenzar a mirar hacia arriba. 

La Fragilidad de Aquello que Marca Nuestras Vidas…

Por estos días se estuvo conmemorando el 30 aniversario de la trágica muerte de Kurt Cobain, vocalista, guitarrista y fundador de Nirvana, uno de los grupos de grunge más importantes de los años 90. Leyendo los diferentes obituarios de los medios y todo lo que escribieron sus amigos y admiradores en sus redes, hubo una publicación que me llamó mucho la atención, y fue la de Dave Grohl, ex baterista de Nirvana y mejor amigo de Cobain.

Grohl escribió un conmovedor mensaje a su amigo y, aprovechó, para recordar también a Taylor Hawkings, otro de sus mejores amigos y baterista de su banda Foo Fighters, quien falleció hace poco antes de tocar en el Festival Estéreo Picnic en Bogotá. Justamente, Foo Fighters es una de mis bandas favoritas. Es, a mi consideración, la mejor banda de rock del siglo XXI.

Y es que tras el trágico suicidio de Cobain, Dave Grohl entró en una fuerte depresión, la cual, sobrellevó componiendo y creando música, en el estudio de su amigo Robert Lang en Seattle, Estados Unidos en 1994. Él grabó todos los instrumentos y, con la ayuda de Capitol Records, sacó el álbum Foo Fighters y decidió crear una banda bajo el mismo nombre.

Desde que era muy pequeño, Foo Fighters ha sido de mis bandas favoritas y, en mi opinión, Dave Grohl es uno de los mejores músicos en la actualidad, ya que concibe cada instrumento, cada canción y cada melodía, pensando en su instrumento principal, la batería.

He de admitir que, pese a que tuve un momento en el cual disfruté mucho de Nirvana, y admiro profundamente su trabajo e influencia en el grunge, no es mucho de mi agrado. Claro que sé canciones y las cantó fuerte, claro que disfruto de ese sonido de garage con un toque de furia y desafine. Pero Nirvana no me transmite eso que si logra Foo Fighters. Nunca pude sentir acongojamiento en el corazón así como si lo siento con My Hero, Times Like This, Everlong o Long Road To Ruin. No me logra transmitir la adrenalina y energía que si logra The Pretender o All My Life.

Pese a que gozo mucho con canciones como Smells Like Teen Spirit, Breed, Territorial Pissing o Rape Me, nunca he podido tener la misma conexión ¿por qué? bueno, es de esas hermosas incógnitas que nos brinda la música.

Durante todo el día me estuve preguntando, ¿qué habría pasado si Cobain no hubiese decidido acabar con su vida? ¿Nos habríamos perdido de Foo Fighters? o quizá, su adicción a la heroína habría hecho que rompieran y, tal vez, solo habría retrasado la creación de los Foo’s.

Obviamente, me sentí muy mal por haber tenido tan crueles pensamientos. Ya que, ojalá, Kurt no hubiese pasado por esas difíciles situaciones y hubiese seguido alimentando la historia de la música con su fuerza y distorsión. Pero luego me puse a pensar en la fragilidad de que tantas cosas no hubiesen ocurrido. Con un segundo de retraso, un monosílabo como respuesta, o cualquier nimiedad, todo habría cambiado, en este caso, en la música.

Si Kurt Cobain no falleciese, entonces Grohl no habría creado Foo Fighters, no habría entablado una relación tan sólida con Taylor Hawkings y, tal vez, solo tal vez, el destino de todos ellos habría sido otro.

O que tal si Paul McCartney no hubiese estado en aquella feria para ver tocar a The Quarryman ¿no habría Lennon-McCartney? ¿Qué habría sido del mundo sin The Beatles?

Son tantas preguntas sin respuesta porque son supuestos. Sin embargo, esto me llevó a la conclusión de que tan frágil pueden ser los aspectos que nos definen, ya que gran parte de mi es gracias a The Beatles, y, digamos que, mi banda sonora de vida, en gran parte es Foo Fighters. Y esto, en otros aspectos de la vida, no solo en la música.

Puede ser la teoría del caos, el efecto mariposa o alguna teoría rara que se venga a la mente. pero me parece sorprendente como tantas cosas han podido mostrar lo que nos define, lo que somos, como una canción, un momento, una persona, una película o, simplemente, un tipo en otro hemisferio que hizo catarsis para la depresión y, eso, marcó para siempre mi vida.

El oscuro auge del narcoturismo sexual: Una mirada crítica a la gentrificación en Medellín

En medio de las montañas de la cordillera central, se encuentra un pequeño valle. Es muy pequeño; es, de hecho, un hueco, como si alguien hubiese puesto su pulgar en medio de la cadena montañosa. De ancho solo son 20 kilómetros de ancho y tan solo 60 kilómetros de largo. Allí, se encuentran varias ciudades que están conectadas entre sí, en un área metropolitana denominada Valle de Aburrá. Sin embargo, la más grande, famosa y, la que queda en el centro, es Medellín.

Medallo, como le decimos de cariño los paisas (aquellos que nacimos en el departamento de Antioquia) es un paraíso en medio de las montañas. Es la única ciudad con metro en Colombia, sin ser la capital de la nación. Es un lugar único, con un clima primaveral, gente amable y trabajadora, que les caracteriza el orgullo por su tierra.

Lastimosamente, Medellín, es más conocida por otros aspectos; aspectos del pasado que, a la humilde opinión de este paisa que escribe esta columna, nos hace personas más fuertes, resilientes y, como decimos aquí “echa’os pa’lante”. Y es que nuestros padres y abuelos vivieron casi dos décadas de infierno. En un país tan violento como Colombia, Medellín era la base de operaciones del Cártel de Medellín, dirigido por Pablo Escobar. Aquellos que nacimos en los 90 y los 2000, cargamos con una mochila muy pesada, que nos asocia con este personaje, la droga y la violencia. De hecho, en nuestro propio país, hay compatriotas que nos culpan por ese estigma que cargamos los colombianos.

No obstante, como dije anteriormente, la ciudad salió adelante. Dejó ese oscuro pasado atrás, para ser un lugar próspero. Es más, muchísimas personalidades se han encargado de dejar el nombre de Medellín en alto, para que nos asocien con ellos. Personalidades del talante de Juanes o Elkin Ramírez, Karol G, J Balvin o Maluma, que sus canciones retumban desde aquí, hasta Nueva York, Los Ángeles, Madrid, Londres o París. Artistas como el maestro Fernando Botero, Débora Arango o Fernando Vallejo, entre otros, deleitan con sus obras y son reconocidos en todo el mundo.

Pero da igual que tengamos mil y un reconocidas personalidades que dejen el nombre de Medellín en alto, y limpien esa imagen de violencia y muerte, si nosotros mismos, preferimos resaltar esa imágen para el mundo.

Colombia, se ha prestado para hacer series o películas acerca del narcotráfico. Pero en vez de mostrar lo que fue esa realidad, los muertos, el dolor, el sufrimiento y el miedo; prefieren exaltar la vida de lujos, autos, dólares y mujeres voluptuosas y jóvenes sin fin, mientras hacen fiestas en piscinas o yates con drogas y alcohol ilimitados. Hay excepciones, claro que sí, como lo es Escobar, El Patrón del Mal, en cuyas imágenes, no escatiman en mostrar imágenes crudas y fuertes de esos momentos, pero eso no es lo que vende ¿verdad?

El auge de estas series, sumado a los artistas que han dejado el buen nombre de la ciudad en alto, aumentó el turismo. Lugares de la ciudad como El Pueblito Paisa, la Comuna 13, el barrio Provenza o el Parque Lleras o la Plaza Botero, se volvieron atractivos para los visitantes. Sin embargo, nosotros mismos, nos encargamos de hacer souvenirs con la cara de Pablo Escobar. Camisetas y gorras que dicen El Cártel, El Patrón, La Mafia; y que las personas lucen con orgullo e impunidad.

Lo voy a poner así y créanme que no es, para nada exagerado; esto, está al mismo nivel que si yo voy a Alemania o Polonia, con una camiseta con simbología Nazi, o con una foto de Hitler; estaría totalmente fuera de lugar y sería irrespetuoso, además de punible por la ley.

Luego de la pandemia y que el teletrabajo tuviera su auge, muchas empresas decidieron quedarse así, en teletrabajo. Esto, hizo que muchos extranjeros migrasen a países con una moneda más débil que la suya, para tener costos de vida más económicos entre ellos, Colombia. Una de estás ciudades es Medellín y las otras que componen el Área Metropolitana como Copacabana, Girardota, Envigado, Itagüí, Sabaneta o La Estrella. Este factor sumado al crecimiento y popularidad de los AirBnB, hicieron que los precios de la propiedad se inflaran por los cielos; ya que, por más costoso que fuera la renta, en dólares o euros sigue siendo muchísimo más barato que en Estados Unidos o Europa.

Propiedades que, en su momento la renta oscilaba entre los 250 y 300 dólares, ahora está en 600 o 700 dólares, para un extranjero que gana un salario promedio en dólares o euros, es asequible. Pero para los locales, es impagable, ya que el salario mínimo en Colombia es de, aproximadamente, 400 dólares. Por lo cual, muchos han optado por irse a otros barrios más baratos o ir a vivir a pueblos cercanos, que están a 45 minutos del centro de Medellín, porque muchos propietarios han decidido dividir sus casas o apartamentos para alquilar monoambientes en barrios cercanos a sitios turísticos por estos precios, obligando a arrendatarios a irse.

A este fenómeno, se le ha denominado gentrificación. Pero este, no es el mayor de los problemas. Muchos migran a Colombia en búsqueda de una vida más barata, o a conocer la belleza de la ciudad. Sin embargo, dada la fama que han creado las series de las que ya hablamos, muchos extranjeros han decidido venir a Medellín a conseguir sexo, drogas y alcohol. Lo delicado de este asunto, es que muchos de los hombres y mujeres que ellos buscan, no son adultos, son niños de hasta 13 años; excusándose, de que la edad de consentimiento en Colombia es de 14 años.

A estos chicos les ofrecen hasta 1000 dólares por un fin de semana, además de regalarles teléfonos de alta gama, joyas y ropa, aprovechándose, muchas veces, de las precarias situaciones en las cuáles viven. Pero, además de esto, muchos de estos personajes, los hacen beber alcohol, consumir drogas, y los graban en actos sexuales para poder venderlos en internet.

Esto ha despertado las alertas de las autoridades y las comunidades de la ciudad. Muchas bandas delincuenciales se aprovechan de esto para promover la trata de blancas. Hombres y mujeres, niños y niñas, se ven forzados a hacer cosas que ellos no quieren y, la población más vulnerable, es la de los transexuales, porque sufren estos mismos abusos, pero no se les ha dado visibilidad.

Pero si hablamos de visibilidad, pocas y nulas han sido las medidas tomadas y, las que se han tomado, no son medidas adecuadas y que, además, perjudican fuertemente a comerciantes y locales de la ciudad. Entonces ¿para cuándo una solución?. Muchos de estos turistas sexuales ven a Colombia como un chiste, sienten superioridad ante nosotros y creen que tendrán impunidad total.

Estas situaciones han causado un fuerte sentimiento de xenofobia. El problema es que los turistas que vienen a conocer y maravillarse con la ciudad, están viviendo y pagando por aquellos que vienen a liberar sus perversiones

 Medellín, es y siempre será una ciudad hermosa. Tiene mucho por conocer, esto hace que sea un atractivo turístico para cualquier extranjero que quiera venir a ver y sentir la magia de la ciudad y sus alrededores. Pero no podemos dejar que esa magia se corrompa ante la mirada de superioridad, de personas que vienen a delinquir, manchando la imagen de aquellos que vienen a disfrutar y conocer Medellín. Es por esto que las medidas deben ser urgentes, y que los únicos que sufran las consecuencias, sean los que vienen a corroer, y no afectar a los comerciantes, trabajadores y aquellos foráneos que vengan de manera legal a enamorarse de la Ciudad de la Eterna Primavera.

La Música no ha Muerto, Simplemente Cambia y se Expande

Todos en algún momento de nuestras vidas hemos criticado algún tipo o estilo de música y, desde hace una década, se volvió costumbre odiar la música urbana y sus diferentes subgéneros. Créanme, yo también caí en ese error de acribillar y juzgar a todo aquel que mostraba cierto gusto y placer por el reguetón o el trap. Los miraba por encima del hombro, creyéndome superior intelectual y moralmente porque a mí sí me gustaba la “música de verdad”.

En mi adolescencia, y con mi pensamiento obtuso y prepotente, no podía ver más allá de todo lo encasillado en el rock. Trataba de ´ignorantes´ a todos aquellos que no les gustara o disfrutaran del género y me burlaba de los que disfrutaran del pop y las nacientes agrupaciones de boy bands como lo fue One Direction o incluso Justin Bieber. Detestaba todo lo que fuera “comercial” y ni loco encendía la radio. ¿Reguetón? ¿Perreo? ¡Qué asco! Jamás iba a intoxicar mis oídos y mi cuerpo con eso.

Me radicalicé y empecé, incluso, a criticar artistas que, en mi ya difunta niñez, escuchaba día tras día. Sin embargo, había una banda que me había acompañado desde muy temprano en mi vida, The Beatles. El cuarteto de Liverpool me movía y aún me sigue moviendo el alma, es mi banda favorita, son mis artistas favoritos, se podría decir que son mi mayor obsesión, y, al serlo, debía saber todo acerca de ellos, pero en todas sus biografías decía algo que me hacía hervir la sangre: la boyband de pop más grande de todos los tiempos. ¡Imposible! Si ellos revolucionaron el rock & roll, casi que lo crearon, cómo así que pop.

Para mí, y para muchos otros, era inconcebible aceptarlo. Pero el tiempo pasó y la madurez comenzó a llegar. Dejé ese pensamiento radical y volví a abrirme ante otros géneros y, lo más importante, escuchar y leer las diferentes opiniones y realidades.

The Beatles, en efecto, sí revolucionaron por completo la música en todos los aspectos, en especial el rock. Es solo que cuando salieron a la luz y a la popularidad, el término “rock” no estaba acuñado aún como un género musical per se. Ellos estaban revolucionando el ambiente juvenil, eran los más populares. Popular = pop. He ahí la definición de porqué fueron la banda de POP más grande del siglo XX.

Ahí comencé a entender muchas cosas, cambiar mi punto de vista y, sobre todo, aprender y empaparme. Pero ¿saben ustedes sin quién no existirían The Beatles? Elvis Presley, el rey, el único y gran monarca. ¿Quién se atrevería a criticarlo? Pues bien, quiero hacerles una invitación a que busquen qué pensaban los padres de quienes crecieron con la música de Elvis. “Es una terrible influencia”, “qué le está enseñando a nuestros hijos con esas letras”, “es un degenerado por como mueve las caderas”, “provoca a las jóvenes a hacer cosas inmorales”.

Pero ahí no acabó todo. Cuando aparecieron The Beatles, The Beach Boys, The Rolling Stones, The Monkeys y demás, ahora la crítica era hacia el cabello “cómo pueden tener el cabello así”, “es un terrible ejemplo para los niños”, “parecen delincuentes” … ¿Les suena de algo? Exacto, lo mismo pasa cada vez que llega música nueva a imponerse sobre lo ya establecido, sobre lo que conocemos. Y es que a los seres humanos nos cuesta aceptar mucho el cambio, por el miedo a lo desconocido y por no alejarnos de la zona de confort, nos asusta lo nuevo. Por este motivo, es que se nos es difícil y reacio aceptar la nueva música. Yo por ejemplo crecí escuchando en la radio el rock de finales de los 90 y principios de los 2000; eso hacía que estuviera más familiarizado con el rock de los ochenta, setenta e, incluso, los sesenta.

Cuando entré a la universidad y empecé a ampliar mi círculo social, intenté darle una oportunidad al género urbano y, definitivamente, no me gustó. Pero que no me guste no significa que no sea música o que la música haya muerto. Ahora, a mis 26 años, por ejemplo, me gusta la nueva oleada de raperos argentinos. Duki, Trueno y Wos que, incluso, han logrado mezclar el rock clásico argentino con sus letras y el beat del género urbano, muestran cómo los géneros musicales pueden convivir y complementarse. Por ejemplo, la canción de Wos, “Luz Delito”, que usa el riff de guitarra de la canción Luzbelito y las Sirenas de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, una de las bandas más importantes de la historia del rock en español. De hecho, el rapero Duki, ha afirmado en varias ocasiones su admiración por Charly García, llegando a citar frases de Charly en sus canciones. O Trueno, quien hace poco colaboró con la banda de punk 2 Minutos, en un remix de su canción más exitosa “Ya No Sos Igual”.

Esto es una demostración de que la música no debe ser motivo de discordia, por el contrario, debe unirnos. Porque precisamente, la música es arte, la música es paz y amor. Tal como lo dijo Juanes en el festival Rock Al Parque de la ciudad de Bogotá, “Este es un momento para reconocernos, no para dividirnos, y menos en la música. Después de ser duramente criticado, inclusive por este servidor, por haberse vendido a la “industria comercial” y con gallardía y humildad, nos dio una lección de que la música no debe dividir, debe unir. Entonces comencemos a aceptar que la música cambia, evoluciona, muta como el universo, porque eso es la música, un universo. Y esta bien que no nos guste un género, pero no por eso, debemos pordebajearlo o hacerlo menos.