SCARLETT MAZATÁN

  • Licenciada en Ciencias y Técnicas de la Comunicación. 
  • Me gusta cocinar y leer en los días fríos, en los cálidos salir a ver el cielo y en ambos escribir.

Aroma a jazmín

En el espacio que existe entre el sueño y la vigilia me gustaba rondar, cada dos o tres meses visitaba esas calles, a veces me encontraba gente, igual que yo, un tanto perdida, tratando de buscar un camino que los llevara algún lado, todos muy concentrados en sus pensamientos, algunos murmurando para ellos mismos, me era imposible siquiera cruzar media palabra, pero alguna vez lo intenté:

  • ¡Hola! – Le dije a una chica moviendo mi mano, ella iba en silencio dando pasos largos y lentos, sólo se me quedó viendo unos segundos sin dejar de caminar, su cuerpo ya se encontraba lejos del mío y seguía volteando, así que mejor dejé de mirar y decidí no volver a interactuar ahí.

Había personas que veía asiduamente como una señora con paraguas que caminaba como si fuera perseguida, notaba el miedo en su mirada, y sólo a ella le llovía.

Yo no le hallaba mucho sentido a estar caminando sin fin, viendo gente muy extraña caminar, imaginándome sus afecciones sin poder hacer nada para ayudarlas. Hasta que un día descubrí que podía construir lo que yo quisiera e imaginara en esas calles, en cuanto lo decidí, dejaron de ser oscuras y una casa con un jardín enorme apareció.

Todos los días ansiaba llegar a mi cama a dormir para poder visitar mis rosas, cada vez me quedaba más tiempo, y con mayor frecuencia me esforzaba por llegar a ese momento.

Hoy he decidido quedarme para siempre ahí, donde nadie me molesta, no existe el futuro ni el pasado, y mi único deber es regar mis plantas, eso me gusta creer, aunque sé que aunque no lo haga seguirán perfectas cada mañana, te cuento; que el café nunca se enfría y la temperatura templada de los días de agosto puede durar todo el año, si así lo quiero.

Sólo te he escrito a ti para despedirme, allá tenemos dos perros, y no discutimos por su estancia dentro de casa, pero no me molestaría hacerlo si me acompañas a vivir, o a dormir, en una esfera que es del color y del aroma que prefieras, hazme saber cuando los límites de la realidad te aburran, te estaré esperando en un atardecer eterno.